Hoy alguien me hizo llegar esta reflexión:
Un hombre y una mujer decidieron que querían el divorcio después de 45 años de casados. Por consejo de sus hijos acudieron a un terapeuta; cuando éste les preguntó la razón por la que querían separarse, la esposa comenzó a enlistar una serie de razones:
¿Apatía? ¿Falta de valor?
Lo cierto es que esta incomunicación no sólo sucede entre parejas, sucede también entre padres e hijos, hermanos y amigos.
"Mis papás nunca me dijeron directamente lo orgullosos que se sentían de mí, como tampoco nunca escuché de ellos un "te quiero"; y sé que lo estaban, porque mis hermanas me contaban que en cuanto salía del cuarto, ellos no dejaban de comentar el orgullo que sentían", me platica con tristeza una querida amiga. Y viene a mi mente lo que de chica escuché decir a un tío –famoso por su mal carácter–, cuando halagaban a su hijo por lo buen estudiante y responsable que era: "No es cierto, no se le digas porque se le va a subir".
¿Cómo? ¿Por qué?
La verdad es que por generaciones ese "no decirle a alguien lo bueno" ha guiado la manera de pensar y proceder de muchas familias.
Es irónico y hasta cruel darnos cuenta de lo que un reforzamiento positivo puede causar en una persona, pero qué trabajo nos cuesta darlo. Escuchar expresiones de reconocimiento y amor simplemente le da brillo a nuestra personalidad, nos hace sentir especiales e indispensables.
¿Cuántas relaciones en nuestra vida desfallecen ante la abstinencia de palabras de amor o admiración, ante nuestra incapacidad de pronunciar un "te quiero"?
Me pregunto si esta censura de nuestros sentimientos es causada por el temor a recibir un rechazo o una burla al externar nuestras emociones. O quizá tememos expresarnos porque creemos que nos hace parecer débiles; o le darán al otro el control de nuestra vida y que se eliminarán nuestras defensas y seremos invadidos.
El mundo lleno de violencia en el que vivimos nos causa grandes temores e inseguridades internas. A veces los adultos, tal como los niños, necesitamos que nos abracen, nos acaricien y nos digan que nos quieren. El beneficio es mutuo. Observa cómo al acariciar a un animal recibimos su calidez. O cómo al sostener a un bebé en los brazos damos y recibimos ternura. Esos instantes son los que hacen la vida llevadera; sentir la calidez del otro en la piel, en la mirada, en la voz y en el alma.
No sólo necesitamos escuchar un "te quiero" con frecuencia, también necesitamos vencer ese extraño temor a decirlo de corazón.
Fuente: http://www.gabyvargas.com/prensa.php?inctid=144
Un hombre y una mujer decidieron que querían el divorcio después de 45 años de casados. Por consejo de sus hijos acudieron a un terapeuta; cuando éste les preguntó la razón por la que querían separarse, la esposa comenzó a enlistar una serie de razones:
- –Nunca me pregunta si soy feliz –dijo la esposa.
- –Yo asumí que lo eras –contestó el marido.
- –Nunca me dice que me ama –dijo ella.
- –Te lo dije el día que nos casamos, pensé que lo sabías de sobra –contestó él.
- –Nunca se fija en mí, ni en lo que traigo puesto –continuó ella.
- –Todos los días te veía y admiraba tu belleza –respondió él.
- –Rara vez nos dirigimos la palabra –dijo la esposa.
- –Sé que te gusta mucho leer –contestó el marido.
- –Claro, leía porque nunca hablábamos, expresó ella.
- El terapeuta continuaba tomando notas.
- –También me trata mal –dijo la esposa.
- –¿Cómo? ¿De qué manera? –preguntó el terapeuta.
- –Bueno, en el desayuno, tres veces por semana, durante 45 años, siempre me daba la costra del pan, y yo odio la costra del pan.
- El marido furioso espetó:
–Querida, sólo te daba la costra del pan, porque es la parte del pan que a mí más me gusta.
¿Apatía? ¿Falta de valor?
Lo cierto es que esta incomunicación no sólo sucede entre parejas, sucede también entre padres e hijos, hermanos y amigos.
"Mis papás nunca me dijeron directamente lo orgullosos que se sentían de mí, como tampoco nunca escuché de ellos un "te quiero"; y sé que lo estaban, porque mis hermanas me contaban que en cuanto salía del cuarto, ellos no dejaban de comentar el orgullo que sentían", me platica con tristeza una querida amiga. Y viene a mi mente lo que de chica escuché decir a un tío –famoso por su mal carácter–, cuando halagaban a su hijo por lo buen estudiante y responsable que era: "No es cierto, no se le digas porque se le va a subir".
¿Cómo? ¿Por qué?
La verdad es que por generaciones ese "no decirle a alguien lo bueno" ha guiado la manera de pensar y proceder de muchas familias.
Es irónico y hasta cruel darnos cuenta de lo que un reforzamiento positivo puede causar en una persona, pero qué trabajo nos cuesta darlo. Escuchar expresiones de reconocimiento y amor simplemente le da brillo a nuestra personalidad, nos hace sentir especiales e indispensables.
¿Cuántas relaciones en nuestra vida desfallecen ante la abstinencia de palabras de amor o admiración, ante nuestra incapacidad de pronunciar un "te quiero"?
Me pregunto si esta censura de nuestros sentimientos es causada por el temor a recibir un rechazo o una burla al externar nuestras emociones. O quizá tememos expresarnos porque creemos que nos hace parecer débiles; o le darán al otro el control de nuestra vida y que se eliminarán nuestras defensas y seremos invadidos.
El mundo lleno de violencia en el que vivimos nos causa grandes temores e inseguridades internas. A veces los adultos, tal como los niños, necesitamos que nos abracen, nos acaricien y nos digan que nos quieren. El beneficio es mutuo. Observa cómo al acariciar a un animal recibimos su calidez. O cómo al sostener a un bebé en los brazos damos y recibimos ternura. Esos instantes son los que hacen la vida llevadera; sentir la calidez del otro en la piel, en la mirada, en la voz y en el alma.
No sólo necesitamos escuchar un "te quiero" con frecuencia, también necesitamos vencer ese extraño temor a decirlo de corazón.
Fuente: http://www.gabyvargas.com/prensa.php?inctid=144
1 comentario:
Hola que tal..
después de unos meses obcecados
vuelvo a tomar las riendas de mi Caja De Zapatos..
he vuelto con una nueva nota llamada “Secándonos”
te invito a que sigas leyendo..
un abrazo fuerte!!!
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